Por: Armando Landa Becerra
A partir del triunfo del 2018 ocurrió en morena un par de fenómenos que han llevado a este partido político a claras contradicciones internas, por la coexistencia entre el idealismo de buena parte de la militancia fundadora y el pragmatismo político de personajes que militaban en aquellos partidos a quienes se combatió y derrotó en la lucha electoral de ese año.
El primero de ellos radica en que muchos de los militantes de morena y sus aliados, dimos por hecho que, al llegar AMLO al poder, se darían por si solos la desaparición de la corrupción, la creación de una nueva clase política, libre de aquellos impresentables que solo mutaban de cargo público, pero alejados de los ciudadanos “de a pie” y que se especializan en las trampas y la manipulación electoral. Por lo que confiada e ingenuamente, se dejó de hacer lo que llevó a morena al triunfo: la organización del pueblo en comités en los barrios y colonias, la capacitación de dichos comités y las brigadas con acciones informativas y de concientización entre la ciudadanía, en resumen, se alejó la lucha de los ciudadanos y se llevó al campo de la burocracia partidista.
¡Olvidamos que la lucha democrática se gana en las calles y no en los escritorios!
El segundo fenómeno es la llegada de aquella clase política rancia que se consideran administradores públicos eficaces (lo que en este tiempo no es suficiente), buenos y experimentados legisladores (lo han sido en varias ocasiones y en diferentes cámaras), con un amplio posicionamiento en la sociedad (han sido autoridades o candidatos a diferentes cargos en cada elección), con una basta expertis electoral (comúnmente conocidos como mapaches electorales), con recursos económicos de sobra (aunque la procedencia de los mismos casi siempre da lugar a la sospecha) y con una muy desarrollada habilidad para desacreditar el trabajo de los demás (“hacer grilla”). Pero a quienes hay que reconocer sus cualidades: su dominio del marco jurídico electoral y gubernamental, su capacidad de organización, su disciplina y su tenacidad, entre otras.
Lamentablemente desconocen que el día de hoy, nuestro México, exige que quienes participamos en la vida pública, antepongamos el bienestar de la mayoría y el cuidado del medio ambiente, sobre el bienestar de unos pocos privilegiados.
En los 5 años transcurridos a partir del 2018, morena a dado espacios en diversas candidaturas a políticos llegados de otros partidos con este perfil y quienes han logrado sendos triunfos electorales en todos los niveles de gobierno, pero con el costo al interior, de perder buena parte de la militancia y al exterior, de perder imagen ante la sociedad por esta clara incongruencia, entre nuestros dichos y nuestras acciones como partido político.
Para el ciudadano común, no solo somos iguales a los demás partidos políticos, sino que somos los mismos.
El próximo proceso electoral, es una oportunidad para que morena retome sus principios y su identidad, si es que se dan espacios para competir a parte de esa militancia, que ha acompañado a AMLO a lo largo de su peregrinar, o acaso ¿seguiremos perdiendo a morena mientras ganamos elecciones?